Como algún cronista gráfico definió una vez "Tommy es a la vez la apoteosis y el apocalipsis del pop". La primera ópera rock de la historia de la música creada por Pete Townshend (viola y engranaje fundamental de The Who) obtuvo un magistral traslado a la pantalla grande de la mano de Ken Russell. Obviamente que si sos muy pibe tal vez te choque un poco ya que estamos en presencia de una obra que responde a un género en el que el mensaje se manifestaba en complejas metáforas bañadas en LSD, convirtiéndose en una sátira a los mecanismos de formación de estrellas. La historia versa sobre un niño llamado Tommy (Barry Winch/Roger Daltrey) que sufre la muerte de su padre aviador (Robert Powell) en la segunda guerra mundial. El mismo que a los 6 añitos recibe un doble impacto: la visita inesperada de su progenitor quien no había fallecido y la muerte definitiva del mismo ante sus ojos por parte del amante de su madre (Oliver Reed). Ante el recurrente pedido de su madre (Ann Margret) y de Frank diciéndole "no lo viste, no lo oiste, no lo contarás" el pibe queda ciego, sordo y mudo. Partiendo de esta premisa ya te imaginarás que lo que viene no es de fácil comprensión pero abriendo la cabeza (sin componentes químicos externos) es absolutamente disfrutable y no te voy a anticipar nada más.
En el desarrollo de la película vamos a ver estrellas de la talla de Tina Turner (aquí ganó su mote de Acid Queen), Eric Clapton, Elton John y Jack Nicholson. A mí que recibí la alimentación de esa época me gusto muchísimo, pero la calificación queda abierta y con reservas ante la mirada diferente de cada una de las generaciones que puede verla.


TOMMY (1975)

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