NO ROBARAS

G
eneralmente uno escucha a los noticieros que hablan sobre la inseguridad en las calles y más allá de tirar al aire un "¡uh, qué hijos de puta!", pasan 10 segundos y ya estamos viendo lo que pasó en lo de Tinelli y nos olvidamos del asunto. Entre las tantas actividades que desarrollo soy cobrador domiciliario de una empresa de servicios sociales y hoy me tocó protagonizar una viñeta para TN. Me robaron, con una linda pistola apuntándome al pecho, exigiéndome toda la plata para no abandonar el mundo de los que respiran. Generalmente me manejo con excesiva frialdad en estos casos (es la tercera vez en mi vida que me asaltan), no fue esta la excepción, pero pasados unos minutos se adueñó de mí una sensación extraña, mezcla de impotencia, frustración y deseos de venganza. Y aunque no es políticamente correcto exponer una política de mano dura no puedo evitar las ganas de partirle el craneo con una lozeta a ese pobre y humilde tipo que, claro, necesitaba dinero y me saca a mí $600 que deberé reponer el lunes religiosamente. Entonces, que alguien me explique como es. ¿Soy acaso un demonio por tener ganas de romperle la cara? ¿Están tan desacertados los que dicen que hay que matar a estos tipos porque no hay lugar en las cárceles para ellos? ¿Soy tan inhumano por desear lo peor para él cuando ahora yo soy el del problema, que tengo que poner la guita de mi bolsillo? ¿Y si me pegaba un tiro? ¿Y si mañana mi hijo se quedaba sin padre? ¿Que estén en una posición marginal justifica sus violentos métodos para conseguir dinero que seguro es para el baile de esta noche? No me vengan con ese perimido discurso que la culpa la tienen los gobiernos, hay gente muy humilde que se dedica a otras tareas nada gratas y sobrevive y el gobierno nos maltrata igual a todos.
Perdón, pero estoy muy caliente. Lo mejor es que la corte acá.